"Palabras del Presidente Juan Manuel Santos en la sanción del Código General del Proceso y del Estatuto de Arbitraje Nacional e Internacional, y posesión de la Ministra de Justicia, Ruth Stella Correa Palacio"
En el Link:
El Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, el Código General del Proceso (que es igual de general, prácticamente, al anterior Código de Procedimiento Civil), y el Código de Procedimiento Laboral y de la Seguridad Social, no son nada más que: diferentes códigos hablando de lo mismo.
Como el Código Civil y el de Comercio, que hablan innecesaria y contradictoriamente de lo mismo: “LIBRO CUARTO. DE LAS OBLIGACIONES EN GENERAL Y DE LOS CONTRATOS.” o “LIBRO CUARTO. DE LOS CONTRATOS Y OBLIGACIONES MERCANTILES”.
Todo ello, generando la misma incertidumbre procesal que antaño, dificultando la autopoiésis del sistema, y la comprensión de programas y roles (Luhmann).
Ejemplos similares, de cambios ineficaces, costosos, monumentales, forzados, pero sobre todo, INTRASCENDENTES, son cambios como la propuesta de pasar a un régimen parlamentario (López Michelsen), o la de hacer una nueva constitución (Álvaro Uribe), son cambios que, como lo dice nuestro título y como lo son los códigos procesales recientes, pretenden, haciendo lo mismo, lograr resultados diferentes, ¿por qué nuestros dirigentes nos siguen embarcando en empresas tan improductivas como costosas?
En fin, este nuevo Código General del Proceso, e incluso y el nuevo Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, como dijo claramente el maestro López Blanco alguna vez acerca del primero, son "más de lo mismo", no contienen ninguna reforma trascendental (a menos que se piense que trascendental es iniciar procesos ejecutivos sin título, para lo cual no se necesitaba todo un Código) y siguen, en conclusión, haciendo lo mismo y esperando resultados diferentes, simplemente una locura.
De allí mi propuesta:
Administración, Gerencia de la Justicia. Un Código de Procedimiento Judicial.
Adenda:
Además, por otra parte, otro problema generado en este frenesí procesalista, es: todos estos códigos procesales, proclamando, terca e irracionalmente, a la oralidad como principio, sin tener en cuenta que el gran maestro Devis (teniendo a su lado a Capelletti, defensor acérrimo de la oralidad y acompañante en la redacción del Código del 70), defendía la oralidad, pero solamente acompañada de la única instancia y jueces colegiados o plurales, única manera lógica de establecerla.
De esta manera, nos preguntamos, por otra parte: ¿Por qué el humano insiste y tiende irrevocablemente a lo absoluto?, si alguna rama de conocimiento ha demostrado ser todo, menos absoluta, es el Derecho.
Para nosotros, esa es una vocación antropológica, que viene de la necesidad del humano de establecer mundos a través de normas, normas que tienen que ser tan irrevocables como las leyes de la naturaleza, pues de ello depende su propia subsistencia. El humano se adapta, organiza su mundo grupal, a través de normas, y a pesar de ser estas contingentes, el humano debe protegerlas de esa contingencia pues ellas son su misma vida, pues han hecho que se adapte al ambiente.
