domingo, 6 de noviembre de 2016

¿Qué han hecho de la filosofía los filósofos?

Lamentablemente, en esta ocasión debo comentar sobre un asunto mediático, no obstante, la importancia del tema amerita un comentario. Afirma el Alcalde de Cartagena algo como esto: “¿De qué le sirve a un muchacho pobre estudiar filosofía?”: Alcalde de Cartagena”. Al respecto, varias cosas.

En realidad, el comentario no merecería atención porque es un despropósito absoluto, pero, ello me hace reflexionar sobre otra cosa: ¿qué han hecho de la filosofía los filósofos?

En primera medida, tres pueden ser los grandes objetos de estudio de la Filosofía: la epistemología o filosofía de la ciencia; la ontología o las preocupaciones por el ser; y la moral. De esta manera, una reflexión profunda sobre el conocimiento, sobre la ciencia, es la misma cuna de la filosofía:

“Physis se identifica, originariamente, con philosophia. La philosophia nace, tiene un espacio de realidad, en la physis. Entre los dos no hay distancia; en su entrelazamiento se condensa un <<mundo>>, que, inexorablemente, condena al mito al vacío de la no-existencia.” (Lorite Mena, 1982; p. 437)

“La physis es el fondo de donde emerge una nueva relación (de observación, <<naturalista>>) hombres-cosas. Poco importa ahora –para la dinámica global de nuestra reflexión—que para unos filósofos la physis fuera el Agua (Tales), para otros el Apeiron (Anaximandro), o el Aire (Anaxímenes), o el Fuego (Heráclito)… Lo realmente importante es que a partir de un momento (su cronología la podríamos hacer coincidir con la famosa predicción del eclipse por Tales) el mundo, la totalidad de las relaciones hombres-cosas, el conjunto de las tenciones complementarias orden-obediencia, pende de un incondicionado que justifica los conceptos de una nueva experiencia de las cosas.” (Lorite Mena, 1982; p. 438-439)

“Este incondicionado (physis) no corresponde a una experiencia directa, inmediata, es un postulado que se auto-justifica en la medida en que permite una coherencia entre las posibilidades de unos conceptos <<físicos>> como re-presentaciones de experiencias <<físicas>> y la realidad de esas experiencias como posibilidades de re-presentación en esos conceptos.” (Lorite Mena, 1982; p. 439)

“Physis constituye una exigencia de neutralidad”, desde ese momento el humano pretende ser neutralizador: “El hombre, como observador-practicante, se sitúa en un círculo neutralizador, luego <<impío>>, a-theos.” (Lorite Mena, 1982; p. 438)

Así, más que philos o amor, Filosofía se identifica con physis, lo que se entrelaza con la preocupación ontológica o, pudiera decirse, empírica en la Filosofía. Aunque hay muchas referencias, David Hume destaca como un pensador que se preocupa por lo verdaderamente existente en el pensamiento. Así, señala que en realidad la causalidad es un mero engaño de la mente, en realidad algo que no pertenece al mundo, sino que es una aportación del pensamiento humano que pretende explicarse así los fenómenos, no obstante, es un engaño tan importante e ineludible, que simplemente pertenece a nuestra propia naturaleza (Hume, 2014). Kant así lo interpreta:

“Si Hume (como ocurre casi en todas partes) consideraba los objetos de la experiencia como cosas en sí, y declaraba el concepto de causa como un engaño e ilusión, hacía muy bien; puesto que en las cosas en sí mismas y en sus determinaciones no puede comprenderse cómo, por el hecho de que se ponga algo A debamos también poner necesariamente otra cosa B; por lo tanto, él no pudo admitir un conocimiento tal a priori de las cosas en sí. Este agudo hombre aún menos podía conceder un origen empírico de este concepto pues éste contradice exactamente la necesidad de la conexión, la cual constituye lo esencial del concepto de causalidad; por lo tanto, este concepto se proscribía y su lugar lo tomó la costumbre en la observación del curso de las percepciones.” (Kant, 2011; p. 62)

De manera similar Mackie:

“Hume’s thesis (a) that causation in the objects, so far as we know, is only regular succession, is a corollary or further conclusión based (partly) on his main conclusión (b) that necessity is in the mind, not in objects, though we tend to proyect it onto the objects.” (Mackie, 1980; p. 6)

Es decir, para Hume nada en la naturaleza o en el mundo de las cosas indica la existencia de la causalidad, esta es solo un atributo que es agregado por la mente humana.


“Nada es más libre que la imaginación humana; y aunque no puede exceder el primitivo caudal de ideas suministradas por los sentidos internos y externos, tiene poder ilimitado para mezclar, combinar, separar y dividir esas ideas en todas las variedades de ficción y quimera. Puede simular una serie de hechos con todo el viso de realidad, adscribirlos a un tiempo y lugar concretos, concebidos como existentes y pintarlos con todos los caracteres (circumstances) de un hecho histórico cualquiera en el que ella cree con la mayor certeza. ¿En qué consiste, pues, la diferencia entre tal ficción y la creación? No se trata meramente una determinada idea unida a la imagen (conception) que obtiene nuestro asentimiento de la que adolece todo lo que es conocido como ficticio. Pues como la mente tiene autoridad sobre todas sus ideas, podría voluntariamente anexionar esta idea particular a cualquier ficción y, en consecuencia, sería capaz de creer lo que quisiera, contrariamente a lo que encontramos en nuestra experiencia cotidiana. En nuestra imaginación (conception) podemos unir la cabeza de un hombre al cuerpo de un caballo. Pero no está en nuestro poder creer que tal animal ha existido en realidad. Se sigue, por tanto, que la diferencia entre ficción y creencia reside en algún sentimiento o sensación que se añade a la última, no a la primera, y que no depende de la voluntad ni puede manipularse placer. Ha de ser suscitado por la naturaleza como todos los demás sentimientos y ha de surgir de una situación particular, en la cual la mente se encuentra colocada en una coyuntura especial. Cada vez que un objeto se presenta a la memoria o a los sentidos, inmediatamente, por la fuerza de la costumbre, lleva a la imaginación a concebir aquel objeto que normalmente le está unido. Y esta representación (conception) es acompañada por una sensación o sentimiento distinto de las divagaciones de la fantasía.” (Hume, 1980; pp. 70-71)

Es decir, nada desde los mismos objetos o la naturaleza indica la existencia de un elemento como la causalidad e, incluso, ello lo lleva a concluir que no existe conocimiento basado en intuiciones a priori.

“Me permitiré afirmar, como proposición general que no admite excepción, que el conocimiento de esta relación en ningún caso se alcanza por razonamientos a priori, sino que surge eternamente de la experiencia, cuando encontramos que objetos particulares cualesquiera están constantemente unidos entre sí. Preséntese un objeto o a un hombre muy bien dotado de razón y luces naturales. Si este objeto le fuera enteramente nuevo, no sería capaz, ni por el más meticuloso estudio de sus cualidades sensibles, descubrir cualquiera de sus causas o efectos. Adán, aún en el caso de que le concediésemos facultades racionales totalmente desarrolladas desde su nacimiento, no habría podido inferir de la fluidez y la transparencia del agua, que le podría ahogar, o de la luz y el calor del fuego, que le podría consumir. Ningún objeto revela por las cualidades que aparecen a los sentidos, ni las causas que lo produjeron, ni los efectos que surgen de él, ni puede nuestra razón, sin la asistencia de la experiencia, sacar inferencia alguna de la existencia real y de las cuestiones de hecho.” (Hume, 1980; pp. 49-50)

Por el contrario, Kant (aunque fue Hume el que lo despertó de su sueño dogmático), se separa de su “mentor” y afirma que, aunque es cierto que la causalidad es un mero engaño de la mente, es un engaño “necesario”. Es decir, básicamente Hume se posiciona desde una visión inductivista, y asegura que solo se puede tener por conocimiento confiable lo que provenga de la experiencia y los sentidos, por el contrario, Kant afirma que el conocimiento es básicamente deductivo, y a la manera de Aristóteles (y su diferencia entre el conocimiento demostrativo y el conocimiento intuitivo), afirma que debe haber unos postulados a priori fundamentales que permitan la existencia del conocimiento.

De esta manera, respetando el problema del ser y del deber ser postulado por Hume, Kant afirma que los presupuestos a priori del conocimiento en el mundo del ser  son el espacio, el tiempo y la causalidad, todos presupuestos meramente intelectuales pero indispensables para el conocimiento en este ámbito [(Kant, 2005); (Kant, 1959)], y en el mundo del deber ser sería la libertad, pues ni Dios ni la inmortalidad (los grandes apriorismos de la moralidad), son eficientes fundamentos del conocimiento práctico o moral, puesto que Dios impediría imputar una conducta a un agente, porque implica que todo puede ser reconducido a su voluntad anulando la voluntad de las personas, y tampoco puede ser la inmortalidad, porque si bien la moralidad es una idea perfecta comparable a Dios, no se le puede exigir a seres finitos perfección, ni alcanzar estándares de moralidad absolutos [(Kant, 2011); (Kant, 2006)]. Por lo tanto, la libertad, que permite adjudicar las conductas a los hombres y los hace un fin en sí mismos, es el fundamento apriorístico del conocimiento moral.

No obstante, es Heidegger quien da un giro hermenéutico a la cuestión del conocimiento, pero sobre todo en el ser (aunque son otros autores los que llevan esta propuesta a su desarrollo, como Gadamer), y adentrándose en el problema de la ontología, afirma que las cosas no son en sí mismas nada, sino que se las interpreta, por lo tanto, no tendrían una ontología natural o propia. “Lo existente no se encuentra en la determinación de lo definible, sino en la cotidianeidad y en su historicidad…” (Heidegger, 1999; pp. 120-121). Las cosas, para Heidegger, no son en sí mismas nada, se las interpreta. “Con respecto a su <<objeto>> [el de la hermenéutica], en cuanto pretendido modo de acceso a él, la hermenéutica indica que dicho objeto tiene un ser que está capacitado para la interpretación y necesitado de ella, que es inherente a ese su ser el estar de algún modo ya-interpretado.” (Heidegger, 1999; p. 33).

Por último, en esta breve narración, Mario Bunge, respecto de la causalidad, explica varias cosas que son indispensables para el conocimiento. Así, afirma que la causalidad es un modo de hacer ciencia, solo que un modo que actualmente resulta rudimentario (Bunge, 1965; p. 42) porque sus exigencias son insensatas respecto de la naturaleza. Es decir, existen otras formas de determinismo (de leyes de la naturaleza, que explican su devenir) que son más eficientes para explicar el mundo, como la interacción o causación recíproca, la determinación mecánica, la determinación totalista o estructural, la determinación teleológica, la dialéctica o la estadística (que vale aclararlo vehementemente, no es lo mismo que la causalidad) (Bunge, 1965; pp. 30-31).

De esta manera, es evidente que la Filosofía no solamente es útil si se la entiende correctamente en su ámbito amplio de acción, sino que gran parte de ella está dedicada a problemas estrictamente científicos, a problemas del cómo conocemos y, como quiere el Señor Alcalde de Cartagena, al cómo producimos (incluso a los problemas de producción social del conocimiento (Merton, 1977) y de la industria). Un entendimiento adecuado de la Filosofía, por el contrario de lo que piensa el Señor Alcalde, es indispensable para entender e intervenir en procesos productivos.

No obstante, volviendo a la pregunta de inicio, quizá el menosprecio por la Filosofía actual se pueda estar dando por las mismas reducciones que los Filósofos han hecho de la Filosofía. Es decir, mientras que el problema de la moralidad es uno entre los grandes problemas de la Filosofía, al parecer por el hecho de que la moralidad estuvo proscrita de la ciencia por mucho tiempo, los Filósofos han centrado casi que exclusivamente sus estudios, actualmente, en el problema de la moralidad. Mientras que la moralidad ha sido siempre un objeto de estudio entre varios de la Filosofía, actualmente la moralidad ha engullido a la Filosofía, y pareciera que a lo único a lo que se dedica es a estudiar a la moralidad.

La Filosofía es un asunto práctico como ninguno, se dedica a estudiar los problemas cruciales de la humanidad, estudia el cómo conocemos (epistemología o Filosofía de la ciencia), el qué intentamos conocer (el problema de la ontología o no ontología) y los asuntos morales del hombre, asunto último que resulta también indispensable, pero no el único interesante para el existir humano. De esta manera, la Filosofía está en el centro de la existencia humana, analizando profundamente los problemas estructurales de la vida, como la misma ciencia, sin embargo, pareciera que ni los mismos Filósofos lo entendieran, y pareciera dejan de lado actualmente asuntos como los de la ciencia, que son de su médula e indispensables para la vida humana.

De esta manera, el menosprecio del Alcalde de Cartagena (que a su vez menosprecia a los estudiantes, que son bien capaces de entender problemas filosóficos profundos), no puede resultar sorpresivo porque es el mismo menosprecio que muestra, incluso, Colciencias hacia las ciencias sociales y la Filosofía. Como resaltamos en una entrada anterior, Colciencias afirma que se persigue producir muchas patentes a través de sus incentivos, no obstante, los cerebros fugados de Colombia le respondieron que ello no es posible sino se hace, antes, esfuerzos teóricos profundos y ciencia base. Como dijo un twitero: Mauricio V. @CineTvCafe "Mientras le caen al Alcalde de Cartagena, por qué no le preguntan a Colciencias cuántos doctorados de filosofía financia."

De esta manera, pudiera decirse que no puede sorprender que el Alcalde de Cartagena afirme lo que afirma, porque la misma Colciencias, patrona de la ciencia en Colombia, no entiende demasiado del asunto, sin embargo, reiteramos la pregunta de base de esta entrada: ¿qué tanta responsabilidad en esta situación, tienen los mismos filósofos?

Bibliografía

Bunge, M. (1965). Causalidad. El principio de la causalidad en la ciencia moderna. Buenos Aires: Eudeba.

Heidegger, M. (1999). Ontología. Hermenéutica de la facticidad. (J. Aspiunza, Trad.). Madrid: Alianza.

Hume, D. (1980). Investigación sobre el conocimiento humano. (J. De Salas Ortueta, Trad.). Madrid: Alianza.

Hume, D. (2014). Tratado de la naturaleza humana. (F. Duque, Trad.). Madrid: Tecnos.

Kant, I. (1959). Prolegómenos. (J. Besteiro, Trad.). Madrid: Aguilar.

Kant, I. (2005). Crítica de la razón pura. (M. García Morente & M. Fernández Núñez, Trads.). México D.F.: Porrua.

Kant, I. (2006). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Madrid: Alianza.

Kant, I. (2011). Crítica de la razón práctica. (D. M. Granja Castro, Trad.). México D.F.: Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa; Universidad Nacional Autónoma de México.

Lorite Mena, J. (1982). El animal paradójico. Fundamentos de antropología filosófica. Madrid: Alianza.

Mackie, J. L. (1980). The cement of the universe: a study of causation. Oxford: Oxford University Press.

Merton, R. K. (1977). La sociología de la ciencia. Investigaciones teóricas y empíricas. (N. A. Míguez, Trad.). Madrid: Alianza.

sábado, 27 de agosto de 2016

Derecho Procesal Flexible

Ponencia:

"Las posibilidades administrativas o gerenciales del Código General del Proceso, y la situación actual de la reforma al equilibrio de poderes"

Presentación de resultados de investigación contenidos en: DOMÍNGUEZ ANGULO, Juan Pablo. (2014). Derecho Procesal Flexible, entre el derecho procesal y la administración. Sugerencias para la elaboración de un código de procedimiento judicial. Santiago de Cali: Editorial Bonaventuriana.

Pre-congreso | Instituto Colombiano de Derecho Procesal | Capítulo Valle | 10 de agosto de 2016.


sábado, 18 de junio de 2016

Hernando Devis Echandía: la diferencia entre Teoría General del Derecho y Doctrina.

Les comparto una nueva reflexión, en donde el maestro Devis Echandía aborda un problema de filosofía del derecho de una manera muy sencilla de entender, entendimiento que aplicó cabalmente en sus obras: la diferencia entre Teoría General del Derecho y Doctrina:


"A mí me parece, que lo fundamental, es..., trascender las fronteras patrias, y hacer obras que puedan ser aplicadas, desde el punto de su doctrina, en cualquier país. No solamente comentario a las leyes locales, esa ha sido mi preocupación. De esa manera, se distingue lo que es la doctrina procesal de la simple explicación de las leyes locales, y se le hace un mejor servicio a la comunidad."

HERNANDO DEVIS ECHANDÍA
Maestro